Navigation Menu
Amniocentesis
Nov04

Amniocentesis

    ¿Qué es y para qué sirve? El líquido amniótico contiene células de la piel y otros órganos del bebé que pueden darnos pistas sobre su estado. La amniocentesis es una técnica invasiva de diagnóstico prenatal que permite realizar un análisis completo de los cromosomas del feto (cariotipo), con el fin de diagnosticar alteraciones tales como el Síndrome de Down, entre otras. También detecta posibles defectos neurológicos, especialmente anomalías de cierre del tubo neural o espina bífida. ¿Cuándo está recomendada? Madres con 35 años o más: ya que a partir de esa edad, el embarazo se considera de alto riesgo y aumenta el riesgo de anomalías cromosómicas. Análisis de sangre anormales: si en las pruebas de rutina aparecen marcadores bioquímicos que indican que el feto presenta un mayor riesgo de padecer defectos congénitos. Antecedentes familiares: mujeres con antecedentes de malformaciones en su familia. ¿Cuándo se realiza? En el segundo trimestre, a las 15-18 semanas de gestación. En este momento, el volumen de líquido amniótico del útero es de 150-250 ml, por lo que se puede extraer, sin riesgos excesivos, una cantidad de 15-30 ml, suficiente para permitir el cultivo celular. ¿Cómo se efectúa? La extracción del líquido amniótico se realiza atravesando la pared abdominal con una aguja fina (0,7-0,9 mm), bajo un continuo control ecográfico, para evitar daños al feto. El material extraído se introduce en probetas estériles y se centrifuga. El sedimento que se obtiene está compuesto por las células fetales y se dispone en un medio de cultivo para su análisis cromosómico, mientras que el resto del líquido se utiliza para la dosificación de la alfafetoproteína, que sirve para diagnosticar los defectos del tubo neural (por ejemplo, la espina bífida). ¿Cuánto tiempo requiere? Se efectúa en unos diez minutos, pero la punta de la aguja no permanece en la bolsa amniótica durante más de 20 segundos. Los riesgos El riesgo de aborto como consecuencia de la amniocentesis es del 1 por ciento, aproximadamente. Las complicaciones inmediatas posteriores a la extracción son poco habituales: la infección del líquido amniótico (menos de 1 caso de cada 1.000) o la pérdida de líquido por rotura de la bolsa (1 caso de cada 100) se deben, principalmente, a la contaminación de la aguja por parte de la flora cutánea o intestinal. Las señales iniciales son leves (fiebre no elevada y síntomas de gripe), pero, si se ignoran, pueden conducir a una infección grave y extendida. ¿Es dolorosa? La introducción de la aguja suele provocar una molestia similar a la de una extracción de sangre en el brazo. Durante y después del examen, muchas veces, la futura mamá percibe un ligero...

Leer más